Por todo lo alto. Después de un decepcionante capítulo y tomarse unas vacaciones, James Bond volvía cuatro años más tarde con fuerzas renovadas y con una bienvenida ración de intrigas, poderío visual y una formidable trama que profundiza en el personaje como nunca antes se había hecho. Casi tan buena como ‘Casino Royale’ y reformulando sus propias directrices, ‘Skyfall’ es un notable (alto) thriller que te sacude y te deja clavado en el sitio, que solo su tercer acto impide que estemos ante un producto sobresaliente.
Cuando el Mi6 sufre un ataque a su base en Reino Unido, James Bond se verá sometido a un enemigo totalmente desconocido al que tendrá que detener para salvar al servicio de su destrucción, mientras su lealtad a M se verá puesta a prueba.
El mal sabor de boca que dejó ‘Quantum of Solace’ fue demasiado grande. Todo el encanto del personaje había desaparecido y la relación entre el personaje y el creado por Fleming poco tenían que ver, y es por ello que esta nueva aventura debía ser un golpe sobre la mesa o terminaría condenando al fracaso y la extinción a uno de los mejores Bond que el cine nos había dado. En esta ocasión, la película nº 23 no solo se redime sino que entrega una de las mejores hazañas del personaje y en términos puramente cinematográficos, sin duda, el mejor. La entrada de Sam Mendes en la franquicia no podía haber sido más acertada, inyectando una madurez y profundidad que si bien no es extremadamente pronunciada, si que es un agradecido acercamiento a la psicología y las limitaciones de una figura icónica, entrando en un terreno hasta ahora inexplorado.
No es el James Bond que conocemos, siendo en ese aspecto mucho mejor el de Campbell, pero al contrario que el de Foster quien intentaba sin éxito convertirlo en un héroe de acción, aquí sí hay un buen desarrollo e introspección del personaje para transformarlo y aceptarlo entre nosotros. Más humano, más viejo y también, más cercano al héroe-espía estándar de la actualidad, Bond sufre, duda, piensa y se cuestiona, es un alma que bebe del Batman de Nolan y que coge sus mejores atributos y los integra en la saga, resultando un 007 mucho más interesante que una simple máquina de matar. Con su vuelta al estilo elegante y una buena revisión actualizada, el director británico traslada con solvencia un notable guion, con un buen desarrollo, una historia que se entiende y se sigue con interés, y sobre todo con una puesta en escena soberbia y una madurez técnica en la dirección que nunca antes se había atrevido afrontar la serie. No gustará en demasía a los puristas, ya que quizás le ha faltado un mayor equilibrio entre lo tradicional y lo novedoso (filosofía en la cual hace hincapié el film), pero es un estupendo thriller con un reformado Bond que supone un trabajo sólido y con unas fuertes bases.
Por todo ello resulta una ligera decepción su clímax final, un buen tercer acto que no está a la altura y cambia de forma radical con el tono de la cinta, y ese «crescendo» a más que había ido construyendo todo el metraje subiendo la tensión y las emociones, no termina por explotar en sus potentes virtudes, desperdiciando y deconstruyendo un historia absorbente. Aun así, se las arregla para terminar siendo un memorable episodio en el que el relato se apoya en unos personajes fantásticamente (y medianamente) complejos, en el que cada actor saca lo mejor de su interpretación destacando, cómo no, al James Bond de Daniel Craig y a Judi Dench, y dejándonos tres nuevos personajes que cumplen con nota como Ralph Fiennes, Ben Wishaw y un estupendo villano interpretado por Javier Bardem, quien su excéntrica figura se aúpa como una fascinante personalidad y con algunas motivaciones más que conquistar el mundo. Todos ellos gozan del suficiente progreso en el relato para que formen una identidad propia e interesante, y regalando algunas sopresas para los fans más veteranos.
Dentro de su solida narración, hay una idea que es llevada a todos los niveles y capas de la película: lo tradicional y novedoso, lo viejo y lo nuevo, y lo antiguo y lo moderno. Personajes, historia, diálogos, melodías, ambientación,… todo ese concepto está integrado en cada uno de los elementos que componen el retrato más insondable de la cinta, un retrato que representa el paso inexorable del tiempo, de la búsqueda del equilibrio entre ambos contrapuntos y saber cuando parar o avanzar, cuando elegir algo o no. Y aunque es cierto que esa armonía de estabilidad no siempre consigue estar presente, es un agradable punto y aparte en la franquicia, que abre un puente para cruzar la línea y despegarse de anticuadas y obsoletas propiedades y quedarse simplemente con lo esencial, y hacer una renovación de las claves de la serie más longeva de la historia. Mendes invita a olvidarse de los restos que no sirve y otorgar un lavado de cara con el fin de llegar a la modernidad actual, algo que realiza en su trabajo y lográndolo con nota.
Deja a un lado al pasado y sumérgete en el presente. ‘Skyfall’ es un muy buen capítulo de la franquicia, pero sobre todo es una redefinición de la saga, una adaptación moderna del mito para sobrevivir a las nuevas generaciones y volver a cautivar como lo ha hecho durante sus más de 60 años. Más oscura, más profunda y más intensa, James Bond renueva sus conceptos y los expande para entregarnos un thriller con estilo, nervio y brío en un entretenimiento sólido que se pasa en un abrir y cerrar de ojos. Ojalá este sea al fin el establecimiento total del 007 de Craig.