Crítica ‘The Matrix Resurrections’: Entre la lucidez y la parodia

‘The Matrix Resurrections’ ha dado que hablar. No sólo por ser la vuelta de una saga tan icónica como Matrix al panorama actual y volver casi 20 años después de su última entrega, sino porque ha dividido tanto a fans como a la crítica especializada de una forma pocas veces vistas.

¿Y qué es lo que nos encontramos en esta cuarta entrega de la franquicia? Lo primero y más importante es que estamos ante una historia de amor. Aquí, la cuarta secuela de Matrix (así como todas las demás películas, en realidad) gira en torno a la relación de Neo y Trinity. Ese es el punto central y sobre la que se construye este nuevo capítulo dentro de la historia. Y en ella, vemos que se construye con muchos elementos distintos que han sido el punto de discordia entre el público y la crítica.

Por un lado, la primera parte de la película juega a ser tan meta como no podrías haber imaginado. Las referencias, las reflexiones de la propia Lana Wachowski sobre la saga y el propio dilema de las expectativas de los fans sobre ella son constantes en la primera mitad de la película. Hay espacio para hablar del legado de Matrix, para hablar de las dudas de su directora e incluso para criticar a la industria con su modelo de remakes, secuelas y recuperación de antiguas franquicias. Todo esto crea situaciones totalmente hilarantes que uno no espera ver en una película de Matrix, pero que aporta un soplo de aire fresco a la saga. Y aquí, Lana se la ha jugado y ha arriesgado porque en ocasiones roza muy de cerca la autoparodia, pero que por suerte se queda en el límite. Algunos lo verán como una ofensa y otros se lo tomarán con humor. Esta parte es crucial para saber si te va a gustar lo que te vas a encontrar o no.

Y por otra parte, su segunda mitad es la esencia de Matrix en estado puro. Tiene todo lo que esperas de ella y continúa allí donde lo dejó «Revolutions», la tercera entrega de la franquicia. Conocemos que pasó después del sacrificio de Neo y volvemos a ver elementos del pasado que hicieron popular a la saga: acción, coreografías, la «guerra» con las máquinas y las decisiones determinantes. Pero la mayor parte de ello está peor elaborado que lo visto en las películas anteriores. Los secundarios, a excepción de una magnífica Jessica Henwick, no son tan interesantes ni tienen el carisma que tenían sus predecesores; las coreografías de acción son más planas y más insulsas, así como la forma de rodarlas. Mientras que en la trilogía original había una danza que la cámara seguía con virtuosismo, aquí nos encontramos con demasiados cortes, quitando claridad a las peleas que se dan y sin la chispa de antaño. De hecho, hay momentos que rozan la cutrez en las set pieces de acción.

Eso sí, la película mejora en su tramo final (aunque sin llegar a los niveles del legado que tiene detrás) y termina justo cuando empieza a ponerse más interesante. Pero en conjunto, ‘The Matrix Resurrections’ es una secuela correcta, que dependiendo del grado de adoración que le tengas a la trilogía original, te gustará más o menos. Es una secuela que puede hacerse rara hasta que te acostumbras a su tono, pero que cumple y que es entretenida, sin más. No llega al nivel de sus predecesoras pero creo que tampoco es lo que pretendía Lana Wachowski. El enfoque es diferente, juega con la nostalgia y la critica con inteligencia, y se pierde igualmente la trascendencia con la que se trataba el material original para apostar por un tono más ligero y desenfadado, enfocado en un objetivo más concreto. Mucho meta y mucho de Neo y Trinity para una cinta de acción algo decepcionante en algunos aspectos, pero que tampoco es el desastre que muchos ventilan a los cuatro vientos.

Ya la opción queda en tus manos, si entrar en el juego que propone su directora o no. Elegir entre la pastilla azul, quedarse con el recuerdo de las originales, o la pastilla roja, y aceptar con la mente abierta esta nueva propuesta. La decisión, como no podía ser de otra forma, es tuya.