Tras diez años de idas y venidas, 18 películas y un sinfín de aventuras, Marvel empieza a echar el cierre a una etapa gloriosa, una en la cual nombres como Iron Man, Thor o Capitán América se han instalado en la memoria cultural de toda una generación que, hasta el momento, lo único que le sonaba del panorama superheroico era Batman, Superman y Spider-Man. Y no ha sido tarea fácil; ir captando el interés de la gente película tras película y con tantas horas a la espalda no es un logro para nada menor. Y ahora, se empiezan a rendir cuentas de una macro-historia que llega a su punto culmen con Thanos, el titan intergaláctico que amenaza con reducir a polvo a la mitad del universo.
Y así Infinity War se nos presenta ni más ni menos como lo que es: un clímax total de dos horas y media, con un constante bombardeo de batallas, de conflictos y de interacciones que todo fan de Marvel deseaba encontrar y que aquí, los Russo entregan de manera eficiente pero que sin embargo, le falta un punto de personalidad y/o un enfoque diferente a la hora de rodar la película. Como ya demostraron estos dos directores en la estupenda «El soldado de invierno» y en la no menos notable «Civil War», el thriller es un género que se le dan fantásticamente bien. La tensión, los momentos que preceden a la calma, el pulso vertiginoso de las escenas de acción,… todo milimétricamente diseñado y ejecutado a la perfección. Tan perfecto que en ocasiones se vuelve frío. Y en esas sensaciones calzan perfectamente secuencias como la presentación de Thanos, el destino que le depara a Loki, o aquella en la que Iron Man y Doctor Strange salen del Sanctorum confundidos por lo que está ocurriendo. Pero en ninguna más.
Y ahí radica el problema de una cinta en la que las cosas que pasan deberían ser divertidas pero que, quitando los primeros 45 minutos, se le empieza a ver las costuras. Porque los Russo se han encorsetado en un tipo de películas y no han sido capaces de salir de ese molde. Las peleas multitudinarias acaparan el 75% de la película, pero no hay energía, no hay fuerza en ellas. Los hermanos ponen el piloto automático y una capa de frialdad recorre y engulle a todas las escenas, que se encuentran carentes de pulso, de emoción. Ves pasar a los héroes luchando uno tras otro como quien mira a las hojas moverse por el viento y una sensación impostada de tensión divaga en el ambiente. Hay una tan clara idea e intención de establecer un clímax que se olvidan de lo mas importante: insuflar vida y ánimo a una dirección sin vitalidad.
Y el guion, aunque coloca medianamente bien las situaciones iniciales, se desfonda en su acto intermedio. No consigue ser una constante hacia el acto final, cuyo camino se forja de bajadas y subidas y de intentar conectar a los diferentes personajes. Esta Vengadores se va sosteniendo por la reunión de superhéroes que se produce, por un Thanos imponente y por golpes de efecto que se van acumulando (acompañados magistralmente por la BSO de Alan Silvestri). Pero habría que recordar que los clímax no se crean de la nada y de situaciones aisladas, sino que se construyen elevando la tensión, subiendo progresivamente las pulsaciones, siendo solido y constante; e igualmente, señalar que apelar a la sensación de épica no es lo mismo que transmitir épica (solo hay que comparar la entrada de Thor con el sí excelente clímax de Endgame).
Al final, todo lo adrenalítica e intensa que debería ser Infinity War por los hechos expuestos, no lo es tanto debido a que no transmite nada (o mas bien, no transmite lo que debería transmitir), y que solo gracias a que hay varias escenas dramáticas que, por lo que suponen para los personajes y el relato, terminan siendo de un gran calado, el resto es un fallido intento de hacer un clímax larguísimo que finalmente se convierte en anticlimático. Todas las grandes set pieces que hay y que deberían engancharte de la tensión, lo único que producen es indiferencia y si bien, en un primer visionado la película aguanta muy bien el tipo debido a los grandes momentos y sorpresas que ocurren (más por gracia del guion que por otra cosa), los posteriores visionados no resisten cuando todos los giros son ya conocidos y el factor sorpresa desaparece.
Así que en definitiva, nos encontramos con unos cuantos momentos memorables, un potencial desperdiciado y mucha personalidad perdida en el camino. Parece estar más interesada en llegar hasta ese fantástico final, que en darle una estructura adecuada y el peso necesario a cada tiempo de la historia. Lo que tendría que haber sido algo más parecido, por contexto, al Retorno del Rey, se parece finalmente más a Civil War. ¿Es algo malo? No necesariamente, porque Civil War sigue siendo una buena película e Infinity War lo es, pero quizás con otros directores que hubieran propuesto un tono más adecuado para lo que era esta gran catarsis, hubiera sido mucho más gratificante.
Eso, o que aquí un servidor ha perdido el interés en este mastodonte superheroico creado por Marvel y por tanto, no es capaz de hacer otra cosa que mirar con aburrimiento el desfile de secuencias que hemos visto más de mil veces.